Cuando alguien como Stéphane Hessel llama a la “insurrección pacífica”, a desperezarse, a rebelarse, hay que escucharlo. Porque Hessel, a sus 93 años, sabe de lo que habla: miembro de la Resistencia francesa, superviviente de Buchenwald, militante a favor de la independencia argelina y defensor de la causa palestina, este eterno luchador es, además, el único redactor aún vivo de la Declaración Universal de los Derechos Humanos de 1948.
Por eso, cuando reclama “un motivo de indignación” para todos hay que hacerle caso. Porque “las razones para indignarse pueden parecer hoy menos nítidas o el mundo demasiado complejo”, pero siguen ahí, en la dictadura de los mercados, en el trato a los inmigrantes, a las minorías étnicas. “Buscad y encontraréis”, nos dice, “coged el relevo, ¡indignaos!”, porque “la peor actitud es la indiferencia. Si os comportáis así, perdéis uno de los componentes esenciales que forman al hombre: la facultad de indignación y el compromiso que la sigue”. Un mensaje que ya ha contagiado a más de un millón y medio de lectores en Francia.
Tenía muchas ganas de leer este libro. Después del movimiento 15M, de ver que no somos pocos los que queremos un cambio… pensaba que este libro sería mucho más inspirador. Pero lo que me he encontrado en este libro (que ha sido superventas en Francia y probablemente en España) no me ha gustado nada. No seré yo quien diga que este señor no tiene razón en las cosas que nos propone, pero a lo largo del libro he sentido que saltaba de un tema al otro de manera bastante inconexa (repito, en mi opinión).
Toca muchos temas, la resistencia en Francia mientras los alemanes les invadían, su “suerte” en campos de concentración nazis, la escritura de la declaración de los derechos humanos, su apoyo a la causa palestina…. En general, podría resumir el libro como los recuerdos de un hombre que ha vivido mucho y al que le ha tocado vivir una época muy significativa.
En definitiva, a pesar de ser un libro cortito no os lo recomiendo.
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